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Cada año para celebrar mi cumpleaños, mi querido esposo Ivan me invita a tomarnos unas vacaciones – bien merecidas, por cierto – y nos vamos por ahí de parranda.  Este año tuve la oportunidad de visitar la isla de Oahu en Hawaii. Al celebrar mi cumpleaños es muy importante para mí estar presente en cualquier lugar que estoy, disfrutar de la compañía y por supuesto disfrutar el momento.  Como hija de padres fotógrafos tómo un montón de fotos, pero siempre trato de simplemente estar presente. 

Este año fue uno de los que esta práctica de estar presente tuvo grandes resultados, porque disfrute todos los momentos. 

No trabaje, no pase “mucho” tiempo en las redes sociales y leí en su totalidad un libro que se llama ¿Cómo estas, de verdad? escrito por Jenna Kutcher una de mis mentoras.  Y al leer este libro me di cuenta de que nunca se me había ocurrido preguntarme ¿Cómo estoy, de verdad?

¿Cómo Estás?

¿Cómo estás? es la pregunta típica y ordinaria que nos pregunta alguien al pasar, en una junta cuando va a empezar, o cuando miras a una prima de vez en cuando en una fiesta.

La típica pregunta ¿Cómo estás? Va con la típica respuesta ¿bien gracias y tú?

Pero, de algo que me di cuenta es de que, ese bien gracias y tú, es solo una respuesta automática a una pregunta automática.

Y creo que esa automatización viene de dos cosas:

1. La sociedad nos ha empujado a tener una formalidad automatizada para no ser etiquetadas como “sangronas” o “creídas” o “groseras” cuando alguien nos pregunta cómo estamos y
2. No estamos preparadas para dar o recibir una respuesta real a ese ¿cómo estás?

Esa pregunta tan simple, puede ser difícil de contestar, porque realmente la mayoría del tiempo ni nosotras mismas sabemos cómo estamos o no estamos preparadas para dar una respuesta.

Porque seamos honestas, es fácil ver porque muchas de nosotras en realidad no sabemos cómo contestar esa pregunta. No vamos a entrar en detalle de todos los dolores en el cuerpo que traemos o de los callos en los pies que no aguantamos por usar tacones todos los días, con cualquier persona, como la barista de Starbucks por ejemplo.

Pero ¿y con las demás personas? ¿Con esa amiga íntima que sabes que no te va a juzgar? o con tu pareja, o con tu mama, o con tus hermanas.

La Respuesta Más Fácil y Segura

A veces nuestro cerebro simplemente se queda en el hábito de conectar los puntos usando la respuesta más fácil y segura. Y a veces tenemos miedo de abrumar a nuestros seres queridos con la verdad, o tenemos miedo de enseñar un lado oscuro que se queda cubierto detrás de las pláticas del clima o del último capítulo de nuestra novela o show favorito.

Usamos la ruta más rápida para llegar a ese – deja me salgo de esta conversación antes de que descubran realmente quien soy.

Así como cada mañana usamos la misma ruta de la cual conocemos cada bache, cada luz y cada esquina, hacemos lo mismo con nuestra respuesta simple que nos lleva hacia un territorio conocido.

Pero alguna vez has tenido ese sentimiento que viene cuando quitas el peso de “el que dirán” y te preguntan, ¿cómo estas, de verdad?

Esas dos simples palabras, esa invitación de ser honesta y dejar las formalidades y ser real contigo misma y con esa persona que tuvo la valentía de preguntar – es como que si finalmente sales a la superficie y poder respirar y ver la luz otra vez.

¿Y por qué no hacemos eso cada momento que podamos?

¿De qué estamos corriendo, o tratando de mantener bajo llave?

De la respuesta.

Nuestro Miedo Más Grande

La verdad es que, tenemos miedo de lo que salga si ponemos pausa para preguntar la pregunta con honestidad – no solamente a las personas en nuestra vida, pero también a nosotras mismas.

Tenemos miedo de lo que vamos a escuchar si nos callamos lo suficiente para preguntar preguntas que importan.

Preguntas como – ¿Hay algo más? ¿Eso es todo? ¿Estas realmente bien? ¿Qué sigue? ¿Cuál es el problema? ¿Cómo te puedo ayudar?

Cuando este tipo de preguntas salen a la luz, la mayoría de nosotras las avienta al otro lado de la pared, agarramos nuestras cosas, salimos corriendo y seguimos con nuestro día como si nada paso, manteniéndonos ocupadas sin poner pausa para no tener que pensar en las respuestas.

Pero, esas respuestas de alguna manera siempre regresan a nuestra vida. Nos llegan en la madrugada, o cuando estamos estancadas en el tráfico rumbo a algo que no queríamos hacer en primer lugar.

Y, como estamos condicionadas, seguimos adelante, seguimos sonriendo, y seguimos recordándonos que estamos bien y felices, bendecidas y que deberíamos estar agradecidas por todo lo que tenemos.

La misma canción con la misma letra.

Nos repetimos que hay otras personas en peores situaciones que nosotros, o que probablemente es nuestra culpa de no estar bien, y que solo tenemos que escoger ser felices como dicen todas las frases de inspiración en Instagram y Pinterest.

Pero no se trata solo de escoger.

Lo que tenemos que hacer es preguntar.

Preguntar ¿Cómo estoy, de verdad?

Porque si no tenemos esa respuesta para nosotras mismas, ¿cómo entonces vas a poder dar una respuesta honesta a alguien más?

¿Cómo Estás De Verdad?

¿Alguna vez te has preguntado, cómo estas, de verdad?

Te has puesto a pensar ¿Cómo estas? De verdad

Esa es una pregunta que tienes que hacerte todos los días. Esa es una pregunta que yo misma me hice al terminar el libro y que te puedo asegurar me tomo tiempo llegar a una respuesta.

Porque nunca se me había ocurrido parar, preguntar y reflexionar en como estoy.

Hay una frase que me gusta mucho de Virginia Woolf que dice “si no puedes decir la verdad de ti misma, no puedes decir la verdad de otras personas”

¿Cuándo fue la última vez que hiciste un inventario de tu vida? Un inventario así tipo rompecabezas de mil piezas.

Donde tienes que poner cada pieza boca arriba y mirar una por una con una lupa para averiguar en donde va.

O cuando fue la última vez que hiciste una reta de mantener la vista contigo misma en el espejo.

Estoy segura de que, si te pregunto, cada cuando paras tu día para preguntarte como estas, que va bien, que necesitas, tu respuesta seria la típica estoy bien. ¿a poco no?

Así como el dentista te pregunta si te lavas los dientes y usas hilo dental tres veces al día. Y tú respuesta es “claro”, aun cuando sabes que él sabe que no es verdad. Bueno no siempre.

Empieza Con Honestidad

Desde hoy quiero que empieces a ser honesta contigo misma, y te preguntes todos los días, ¿Cómo estas, de verdad?

El poder que viene al obtener una respuesta honesta a esta pregunta te ayuda a reconocer en donde estas realmente, y en que necesitas ayuda y refuerzos para que finalmente puedas tener esa conversación honesta contigo misma y con tus seres queridos.

Deja de pelear contra tus sentimientos y ríndete. Conócete. Y quiérete así cual tal eres. Porque solo de esa manera vas a poder contestar sin automatización esa pregunta de cómo estás de verdad y como consecuencia empezar a tomar los pasos necesarios si tu respuesta es no estoy bien.

Y aunque lo estés, es importante reconocerlo también. Porque nuestra subconciencia siempre nos da más de las cosas en que nos enfocamos.

Tú Nueva Tradición De Cumpleaños

Si preguntarte como estas todos los días, es mucho para ti, asegúrate de hacerlo de vez en cuando o hacer como yo, haz este ejercicio en tu cumpleaños y toma inventario de cómo estás de verdad. Yo he decidido hacer este ejercicio parte de la celebración de mi cumpleaños y te invito a que lo hagas también.

Si hay algo que quiero que te lleves de este episodio es empezar a tener consciencia de cómo estas y empezar a formar respuestas honestas sin automatización que te hagan crecer y seguir adelante con tus metas y todos tus sueños.

Espero que este episodio te inspire a tomar acción y empezar a conocerte realmente.

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Ah se me olvidada, para ayudarte a sentirte mejor al instante, he creado una lista de acciones que puedes tomar en ciertas situaciones que pasan en el sube y baja de nuestros días.

Por ejemplo, que hacer cuando te sientes cansada, sin inspiración o con preocupación.

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¿Estas lista para empezar esta nueva tradición de cumpleaños?

Deja tu comentario.

Sigue creciendo, sigue aprendiendo y no dejes de preguntarte ¿Cómo estás, de verdad?

Diana